sábado, 18 de abril de 2015

Síndrome del emperador o del niño tirano



En su mayoría son sólo adolescentes de entre 12 y 17 años, pero los hay menores, incluso muy pequeños, que se convierten en auténticos tiranos de la casa y tienen atemorizada a toda la familia, que, en ocasiones, acaba rompiéndose.

No son mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente… Son los protagonistas del llamado “síndrome del emperador”, un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad.
 
 
Los trastornos del comportamiento en los menores cada vez son más frecuentes, y, en concreto, el maltrato hacia los padres, conocido como el síndrome del emperador o del pequeño dictador o tirano.
El perfil del “pequeño tirano”, en palabras de ambos expertos, suele ser el de un varón de unos 11-17 años, hijo único, y de clase media–alta.
Este problema se caracteriza por un comportamiento agresivo (verbal o físico), y/o conductas desafiantes o provocadoras de ira en los padres y de violación de las normas y límites familiares; asimismo suelen presentar un alto nivel de egocentrismo, junto con una baja tolerancia a la frustración, empatía y autoestima.
Si bien es cierto que la ausencia de límites o un estilo educativo basado en atender todas sus peticiones son factores que pueden facilitar su aparición, es de vital importancia corregir la idea errónea de que la culpa es de los propios padres, no sólo porque puede generar obstáculos en el tratamiento, sino porque este tipo de violencia suele ser selectiva y no una constante de la personalidad, es decir, los menores pueden tener este comportamiento en la familia, y una conducta impecable en la escuela.
 
El “síndrome del emperador” tiene causas tanto biológicas (dificultad para desarrollar emociones morales y conciencia) como sociológicas, ya que, en la actualidad, “se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo.
“La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más facilidad para exhibir la violencia”. Podríamos decir que el elemento decisivo son “las carencias más o menos claras en la adquisición de competencias personales”,
Los tres síntomas fundamentales, que pueden dar pistas a los padres y que se observan en la segunda infancia (6-11 años) son

- Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etc.) auténticas; ello se trasluce en mucha dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.

- Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los padres no parece que sirvan regañinas y conversaciones: él busca su propio beneficio.

- Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades”. “Hay que actuar en cuanto se ve que el niño apunta maneras”, dice desde la oficina del Defensor del Menor, que lanza un mensaje esperanzador: “Existen buenos recursos para el abordaje de esta causa; los servicios sociales dan buena respuesta, también se puede acudir a un médico de cabecera o a un orientador escolar para pedir consejo”.
 
 

Detectar síndrome del emperador desde el colegio

Como en cualquier trastorno, la detección a tiempo fundamental. Si se detecta a tiempo, y con el adecuado tratamiento psicoeducativo, la situación puede ser remediada. Para ello, es necesario que la familia al completo colabore y se preste al tratamiento, participando con los profesionales adecuados (sobretodo hacia la madre)
La única forma de eliminar estas conductas es con tratamiento especializado, tanto del niño como de la familia.
 
 El doctor José Antonio Rabadán, psicopedagogo del hospital Mesa del Castillo, y su equipo de investigación de la Universidad de Murcia (UMU) han creado y publicado un método para que sean los tutores desde las escuelas quienes ayuden a detectar el ‘síndrome del emperador’, es decir, la violencia de hijos a padres desde los hogares.
 
Bajo el nombre ‘Validación de un registro observacional para la detección del Síndrome del Emperador en el aula’, este artículo publicado en la revista ‘International Journal of Psicology and Psicological Therapy’ facilita una escala de observación dirigida a docentes de último ciclo de Primaria y Secundaria para la detección precoz en el aula de este trastorno de conducta.
El método consiste en una tabla con 28 preguntas que se contestan con base en la observación de un alumno sospechoso de presentar síndrome del emperador. En función del resultado, que se obtiene con la suma de las puntuaciones de cada respuesta, el maestro podrá concluir si el comportamiento sospechoso es motivo de alarma y se encuentra ante un caso precoz de dicho síndrome.
El método se encuentra en proceso de validación, para lo que se realiza un estudio piloto en los centros educativos testando la herramienta con distintos profesionales del sistema educativo y con alumnos que muestren, y no, los síntomas descritos en la tabla.
Cuando el programa de detección de síndrome del emperador desde las escuelas esté en marcha, los tutores podrán aplicar la encuesta y en caso necesario comunicarlo a las autoridades educativas, sociales y si es necesario, judiciales.
 
 
 

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