Hoy, 25 de noviembre, es el Día
Internacional de Lucha contra la violencia de género, dedico esta entrada, a
hacer un llamamiento a todos los educadores. Podría hacerlo a familias, políticos,
religiosos… pero no...Lo hago para los profesores, aquellas personas que
pasamos la mayor parte del tiempo con los alumnos, con el futuro….
El centro educativo es el espacio
en el que los alumnos y alumnas viven muchas de sus experiencias académicas y
personales; es el lugar en el que descubren el mundo y se va formando su
personalidad.
Todos los días lectivos, durante
unas horas, se relacionarán no sólo en las aulas, sino en los pasillos, en el
patio, en el gimnasio… Aprenderán de todo lo que ocurra a su alrededor. Les
influirá la organización del centro, el programa de convivencia, el lenguaje
que utilizamos, los libros de texto elegidos o nuestras actitudes y forma de
relacionarnos. Compartirán los pupitres, trabajarán en equipo, se identificarán
con sus iguales, explorarán sus sentimientos, se esforzarán por comprender
quiénes son las personas con las que comparten el aula, estudiarán en soledad o
en compañía, y a media voz comentarán, desde la complicidad y la amistad, lo
que les preocupa o les interesa.
Quienes nos implicamos en su
formación trabajamos para que desarrollen todas sus capacidades intelectuales,
físicas, emocionales y sociales. Pero no siempre nos esforzamos lo suficiente para
que aprendan a relacionarse desde el respeto y el reconocimiento mutuo; para
que se comprometan con el cuidado de las personas con las que conviven y con su
propia vida, para que sus experiencias no estén marcadas por la imposición de
roles que dicten lo que, como mujeres u hombres, deberían hacer.
Para ello, es importante que les
ayudemos a ser libres de estereotipos sexistas de los cuales, muchas veces
somos nosotros mismos víctimas. Nos preocupamos por formarles para que
participen de manera activa y crítica, como futuras ciudadanas y ciudadanos
responsables, comprometidos con la sociedad y el tiempo que les ha tocado
vivir, pero no les educamos muchas veces en igualdad.
Pensando en mi propia
experiencia, recuerdo como siempre que el profesor necesitaba ayuda para mover
alguna silla decía:” ¿Algún chico voluntario?”
Ahora me pregunto ¿Y por qué no
chica? ¿Por qué nos pusieron la etiqueta de débiles cuando a lo mejor yo era más fuerte que mi compañero? O
sencillamente no tenía tanta fuerza como él, pero tenía maña y estaba igual de
capacitada que mis compañeros.
Actualmente, existe la llamada coeducación.
“La coeducación es un proceso
intencionado de intervención a través del cual se potencia el desarrollo de
niños y niñas partiendo de la realidad de dos sexos diferentes hacia un
desarrollo personal y una construcción social comunes y no enfrentados”.
(Feminario de Alicante. Elementos para la educación no sexista. Víctor Orenga,
Editores, 1987.) “
“Se entiende por coeducación el
proceso educativo que favorece el desarrollo integral de las personas con
independencia del sexo al que pertenezcan y, en consecuencia, entendemos por
escuela coeducativa aquella en la que se corrigen y se eliminan todo tipo de
desigualdades o mecanismos discriminatorios por razón de sexo y en la que los
alumnos y alumnas puedan desarrollar libremente su personalidad en un clima de
igualdad real y sin ningún tipo de condicionantes o limitaciones impuestas en
función de su sexo” (Lucini, Fernando. Temas transversales y Educación en
valores, Anaya, Madrid, 1998).
La coeducación supone y exige
situaciones de igualdad real, de oportunidades académicas, profesionales y en
general, sociales, de tal modo que nadie, por razones de sexo, parta de una
situación de desventaja o tenga que superar especiales dificultades para llegar
a los mismos objetivos. En pleno siglo xxi, la coeducación está en muchos de
los colegios pero no en su plenitud; por no hablar del ámbito laboral, que por
desgracia sigue habiendo muchas desventajas por el hecho de ser mujer, no solo
en el tema salarial, sino también por el tema embarazo.
Con esta entrada, no quiero promover el hecho de que una
mujer sea mejor que un hombre, ni mucho menos. Se trata de propiciar la
comunicación entre las personas de ambos sexos, basándose en el respeto mutuo,
en el conocimiento acertado, en la aceptación de la convivencia, en el diálogo creativo
y en la superación de rasgos sexistas como categorías hegemónicas y
autoexcluyentes.
Marina Subirats (1988), expone: “La coeducación plantea como
objetivo la desaparición de los mecanismos discriminatorios, no sólo en la
estructura formal de la escuela, sino también en la ideología y en la práctica
educativa. El término coeducación ya no puede simplemente designar un tipo de
educación en el que las niñas hayan sido incluidas en el modelo masculino, tal
como se propuso inicialmente. No puede haber coeducación si no hay a la vez
fusión de las pautas culturales que anteriormente se consideraron específicas
de cada uno de los géneros.”
La coeducación es una tarea global a la enseñanza, pues
implica un proceso por el que se pone en tela de juicio qué enseñamos, cómo
enseñamos y por qué enseñamos. No se trata de crear áreas nuevas, sino de
tenerla presente en todas. Educar para la crítica, la convivencia, el
compromiso, la creatividad y la justicia.
La coeducación es un camino largo que aún nos queda por
recorrer; implica reconocer y valorar la diversidad de los chicos y de las
chicas y hacer de ello una ventaja, un enriquecimiento cultural y una
aportación de valores y prácticas tradicionalmente asociados a las mujeres.
Se trata de educar en la igualdad para prevenir la violencia
de género.

Os dejo unos nuevos datos escalofriantes para que penséis….
“El 19% de las chicas
y el 32% de los chicos adolescentes justifican la violencia y el sexismo como
reacción a una agresión y tienen “una preocupante tolerancia hacia el
maltrato”, según un estudio elaborado por la
Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género (2010), del que se
desprende que más del 13% de los varones jóvenes dice haberla ejercido y un 9%
de las mujeres, haberla padecido.”
“El estudio, realizado
en colaboración con el Ministerio de Educación, se ha realizado en 335 centros
educativos con una población total de 11.020 estudiantes, 2.727 profesores y
254 equipos directivos para analizar la
percepción e incidencia de la violencia machista en las aulas y los
mecanismos disponibles o recomendables para prevenirla.”
“Un 9,2% de las chicas
encuestadas dijo haber vivido
situaciones de maltrato por parte de chicos con los que estaban
saliendo, habían salido o querían salir, con
actitudes como “intentar controlar hasta el más míni- mo detalle”, lo
que había padecido un 6,98%, “intentar
aislarla de sus amistades” (6,09%) o “hacerla sentir miedo” (2,71%).
“El machismo se ha instalado, desde hace tiempo, en
las aulas. Y crece peligrosamente. Los datos de la encuesta Andalucía Detecta,
del Instituto Andaluz de la Mujer, presentados en un reciente congreso, son
escalofriantes: el 24% de los jóvenes andaluces cree que el lugar de la mujer
está en su casa, ocupada en cuidar a su familia; el 10% cree que los hombres
son los que tienen que tomar las decisiones importantes en una pareja; el 50%
de los jóvenes cree que la mujer aguanta bien la violencia machista."
¿Qué podemos hacer?
Mi respuesta es educar mejor a los
jóvenes. ¿ Y la tuya?
Una pasada de entrada. Enhorabuena. Te la anoto también como voluntaria.
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